23 diciembre 2010

A media voz

Yaces dormida en la cama que hemos compartido tantos años,
con esa cara tranquila y tu gesto delicioso,
disfrutando del descanso y de aquella irreal realidad del sueño,
como cada mañana...

A media voz te hablo para no despertarte, para que no me escuches.
A media voz platico contigo como en esos días de universidad que ahora tanto añoramos.

A media voz te confío mis sueños y mis metas.
Todo a media voz...
Lloro contigo y por ti por última vez,
porque haz de saber, amor mío, que no podré estar más contigo.

Tomo tu mano y la beso con devoción, dejándola empapada de lágrimas,
lágrimas de un amargo llanto vacío y desconsolado.
Después de esto, ¿por qué aun no despiertas, amor mío?
Sigo hablando contigo, alzando ya la voz, pero tú no despiertas.
Y sigo alzando la voz hasta que mi voz se
vuelven gritos ahogados y desesperados, inundados en llanto.

Y aun así, amor, no despiertas.
A media voz te hablé cada mañana,
diciéndote cuánto te amaba...
a media voz para que no despertaras.
Ahora inútilmente digo lo que nunca te dije,
viéndole la cara a la demencia,
porque haz de saber, cariño mío, que ya estás muerta.

No hay comentarios: