12 diciembre 2014

Viernes 12 de diciembre de 2014

Querido diario:

La inspiración para volver a escribir ha regresado, pero no sólo la inspiración, sino también una suerte de fuerza y valentía para afrontar esta desesperación que siento; mi inherente hastío. Definitivamente es extraño volver a retomar esta especie de diario después de varios años.

Hoy decidí quedarme en casa y no hacer nada. Es curioso ver en retrospectiva y notar que todo lo que he hecho este año, los paseos por las tardes antes del psicoanálisis, mi trabajo en el laboratorio, y hasta algunos encuentros ocasionales, los he provocado para no pensar. Pero el momento por fin ha llegado.

  • Me pregunto si por momentos no deseas sentirte libre de ese dolor monótono; me pregunto si no deseas sufrir un duro golpe, dejarte hundir en la desesperación.

¿Qué es lo que le ocurre a esta habitación? ¿Qué es lo que le ocurre a mi casa? ¿Qué es lo que le ocurre a la realidad misma? Todas ellas despiden una sensación de soledad. Todas ellas me hacen pensar en el sinsentido de mi vida. A lo largo de estos años, he decidido creer que el sentido de la vida de cada uno de nosotros lo formamos a partir de lo que somos y lo que hacemos. Pero creo que todo lo que he hecho no me ha dado el sentido adecuado. Creo que todo lo que he hecho sólo ha servido para llenar inútilmente un vacío. Ha llegado el momento de someterme a mis temores existenciales y correr el riesgo de romperme, de desmoronarme en piezas que espero sean reconstruidas de una forma nueva, agradable pero, sobre todo, fuerte. Creo que es muy pronto para hablar de una reconstrucción.

Mis lentes se están limpiando.


Basta de pensar. Le prometí a mi hermano y a mi abuela que saldría a comer con ellos. Espero que la solución de esos lazos me dé un poco de sentido.

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