[I. El letargo]
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¿Cómo estás?
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Estoy chido.
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(¿A qué te refieres con
chido?).
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(A que, al menos como yo
puedo percibirlo, me siento estable. No hay cosas que me alteren demasiado y
por lo tanto puedo funcionar en el mundo).
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((Pero, al menos en el último
año, le han caído algunas bombas a tu mente, unas inofensivas y algunas más
agresivas, pero bombas, al final)).
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Creo que noté algo parecido.
Dormir es uno de los placeres
más grandes, para mí, incluso más que comer o mi idea de lo que es fornicar.
Los sueños son expresiones de deseos inconscientes, pero el acto de soñar mismo
puede entenderse como una especie de defensa, porque soñando somos parcialmente
inmunes a los estímulos del mundo exterior. Soñando alejamos aquello que nos
duele.
El
letargo al que me refiero podría ser una analogía del sueño. Sobrevivir sin
vivir exactamente, interpretando una patética burla de lo que es sentir.
¿Cuáles son nuestros auténticos sentimientos? ¿Cuáles son mis auténticos
sentimientos, si permanezco inmune a los estímulos del mundo exterior, si alejo
el dolor en cuanto puedo?
No
pienses. No sientas. Racionaliza. Racionaliza todo lo que te ocurra. Vaya
porquería. Por favor, vayamos más profundo. Enfréntate al dolor.
[II. Arte como salvación]
No
hay nada.
Sobrevive.
Duerme. Sueña. Despierta y olvida. Sigue sobreviviendo. Rutina. Y nada. No hay
inspiración. Parece increíble que haya pasado mucho tiempo sin emocionarme con
una canción, sin bailar, sin escribir, pero ocurre que la inspiración no
llegaba. El letargo artístico parece estar asociado al letargo en la vida
misma.
¡Date
cuenta! ¡Tienes un lugar en el mundo! Lo que hacen y no hacen los otros tiene
un efecto sobre ti, pero lo que tú haces y no haces también tiene un efecto
sobre los otros. ¿Tan difícil es pensar (sentir) eso?
Los otros indudablemente te
han herido, pero tratan de acercarse. ¿Por qué los alejas? ¿Tanto miedo tienes
al dolor?
El
letargo desaparece. ¿Por qué? Porque no puedes permanecer más tiempo sobre(viviendo)
en el mundo. También tienes un efecto sobre los otros.
Lágrimas.
Lágrimas de desesperación. Dolor estomacal, sí, también. ¿Y ahora qué hago?
(Habla con otros, ahí están, y escribe, escribe tan creativamente como puedas).
“Te quiero mucho y eres
grande, haces muchas cosas. Tal vez no las percibes como tú quisieras, pero ahí
están. Todo lo que haces está y está por algo, y tú lo haces por algo”.
[III. ¡Despierta!]
-
¿Sabes? Tengo un verdadero
problema con mis hábitos. Ocurre que me cuesta mucho trabajo levantarme en las
mañanas. Es que simplemente suena el despertador y lo ignoro. ¡No quiero
despertar! Me gustaría seguir durmiendo.
-
(¿Es posible que ese problema
esté asociado con no querer despertar en la vida misma?)
Es muy posible. Ocurre que,
al estar consciente de todo esto, en autómatico tengo la responsabilidad de
enfrentarlo. Pero no quiero. ¡Yo no pedí esta responsabilidad!
-
Si no lo haces, seguirás
cometiendo los mismos errores. Seguirás alejando a las personas que intentan
acercarse. Perderías lo más preciado que tienes. Perderías a los otros y a ti
mismo.
A penas desperté, o al menos
eso creo. Abro los ojos. Veo la luz. Es mucha. Me deslumbra. Y no puedo.
Llor(iquero). No quiero estar solo. Y por el momento, nada más.
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