Me abandonaste. Me
abandonaste a mi suerte con este cúmulo de ansiedad y una mente resquebrajada.
Me abandonaste con el te quiero en la boca y mis ciegas ganas de verte, esas
mismas ganas que son las que me engañan y que me hacen creer que estás conmigo.
Porque yo no existo para ti. Yo no existo en tu mundo a menos que me veas y tan
pronto me alejo me olvidas. Yo no existo en tu mundo porque no soy lo que
deseas, no te completo y por lo tanto me abandonas.
Si pudieras verte con mis
ojos, esos ojos que son resultado de mi historia y de la tormenta que ya ha
pasado, verías tu gesto que me salva cada día. Verías tu cara casi infantil que
me remite a tu propia inocencia. Verías también la expresión que me denota
complicidad, que estamos juntos en esto y estarás por siempre conmigo. Y si
pudieras escucharte con mis oídos, escucharías tus palabras que me aman y me
cuidan y me llaman; tus palabras, pero no tú. Y si pudieras sentir con mi
corazón te asfixiarías con lo grandioso de tu presencia y sabrías que ya me has
hecho miserable, porque no hay nadie más que tú.
Y te vas y me abandonas y me
matas, porque te amo y te me escapas.
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