No te amo, ni siquiera te quiero.
No tengo esa sensación maravillosa e inexplicable al verte.
No tengo aquellos sentimientos hermosos hacia ti, de esos de los que hablan escritores y poetas.
Ni siquiera eres el tipo de persona con la que me gustaría estar.
Entonces...
¿por qué te recuerdo cada día,
te pienso a cada instante
y te espero cada noche?
¿Acaso será un amor reprimido por la desilusión y el miedo a caer una vez más?
¿O sólo una malvada obsesión, una insípida adicción que me hace dependiente a ti?
Pretendo olvidarte,
convencerme de que ya no eres importante,
pero cada que te recuerdo para aprender a dejarte,
tu esencia se impregna en mi mente más a cada instante.
Deseo verte... quiero querer verte...
y hacer lo que soñé aquella lejana... lejana y dulce noche.
Anhelo ver tus ojos y sentirme a salvo,
tomar tu mano y sentirme protegido,
estar contigo y sentirme querido...
pero ya no...
¡Ya no es posible revivir sentimientos que nunca existieron!
¡No es posible pretender que el tiempo no ha pasado!,
y desear de pronto estar contigo,
para que, de una vez por todas,
cerremos con un beso este ciclo que nunca comenzó.